Pequeña historia de ficción interactiva.

Abres los ojos. Sólo hay oscuridad a tu alrededor, y un fuerte dolor de cabeza comienza a molestarte más de la cuenta.

¿Dónde estás? ¿Qué ha pasado?

Durante un momento tu mente permanece en blanco. Sin embargo, no tardas demasiado en recordar lo ocurrido el día anterior.

Ya veo...

Dejas escapar un largo suspiro antes de ponerte en pie, en medio de la oscuridad.

Ayer, ayer fue el último día normal. Ahora todo ha cambiado...

Decides buscar el interruptor que te permita ver en la penumbra. Te encuentras en el sótano de tu casa. No sabes la hora que es, ni tan siquiera cuánto tiempo ha pasado desde que te desmayaste. Mientras caminas, tu pie izquierdo golpea una botella de cristal vacía.

El alcohol, ahora entiendo el dolor de cabeza...

Estiras las manos, para evitar un coque con una columna o un objeto que provoque un gran ruido. Esas cosas aún deben estar arriba, buscando comida, y en este caso, la comida aquí eres tú.
Tras conseguir encender la luz observas en silencio el cuarto. Nunca has guardado demasiadas cosas, y puedes ver una fina capa de polvo sobre la mayor parte de los objetos.

¿Qué debería hacer ahora? Está claro que no puedo aquí todo el tiempo, pero si intento salir no creo que consiga sobrevivir mucho.

Vuelves a examinar la sala, iluminada por la tenue e incandescente luz de una vieja bombilla. En ocasiones parpadea, como si quisiera apagarse, pero no lo consigue, y todo vuelve a la normalidad.

> Buscar algún objeto contundente con el que luchar. (Salta al punto 1)
> Esperar, seguir esperando. (Salta al punto 2)
> Salir del sótano sin más. (Salta al punto 3)



Punto 1:

Tardas un tiempo en encontrar algo útil, pero finalmente hayas un viejo bate de béisbol que tus padres guardaron entre un montón de viejos recuerdos, de cuando aún eras un crío.
Por una vez agradeces la estúpida costumbre que tenían tus padres de guardar cualquier tontería, porque a estas alturas podría salvarte la vida.

Ahora, un poco ya tranquilo porque cuentas con un arma que te permitirá defenderte, debes escoger tu siguiente movimiento:

> Salir a toda velocidad, cargando contra lo que pueda haber en el exterior. (Saltar al punto 4)
> Trazar un plan de huida. (Saltar al punto 5)


Punto 2:

Permaneces sentado, en silencio, mientras el tiempo pasa. Segundos, minutos y horas transcurren lentamente, ni siquiera importa ya el tiempo cuando lo que está en juego es tu vida. Deseas encontrar una oportunidad para escapar, pero, ¿cómo sabes que no hay peligro arriba?

Decides subir las escaleras y pegar la oreja a la puerta. No obstante, ningún sonido llega del exterior. ¿Acaso es el momento de intentarlo?

> Sí. Ahora. (Saltar al punto 6)
> No. Debo esperar un poco más. (Saltar al punto 7)


Punto 3:

Tragas saliva antes de subir los escalones que llevan a la puerta del sótano. Al otro lado no se escucha absolutamente nada. Lo más seguro es que ya todo haya pasado.

Con sumo cuidado abres la puerta, y observas de reojo el salón, que es lo único que puedes ver desde tu posición.

En la sala yacen los cuerpos de tus padres. Ambos muertos durante el ataque.

Vuelves a cerrar la puerta mientras un escalofrío te recorre la espalda. Hay algo que te da mala espina, pero puede que sean imaginaciones tuyas...

¿Qué hacer ahora?

> Salir. A estas alturas poco importa lo que haga. (Saltar al punto 8)
> Esperar un poco más. (Saltar al punto 9)


Punto 4:

Sin darle más vueltas al tema, abres la puerta y comienzas a correr hacia la entrada de la casa. En tu camino esquivas los cuerpos de tus padres, que yacían en el salón, muertos por culpa del ataque provocado por aquellas bestias.

Al llegar al recibidor escuchas a tus espaldas los chillidos de varios hombres. Sientes un escalofrío al posar tu mano sobre el picaporte.

No, esas cosas ya no son hombres. Son monstruos.

Abres la puerta y dejas atrás tu pequeño, tu rutina, tu familia, todo. Para adentrarte en lo desconocido.


Punto 5:

En silencio, comienzas a crear un plan en tu cabeza. Ahora, a estas alturas, debes dejar atrás tu casa para buscar un lugar seguro. Pero... ¿acaso existe ese lugar?
Sin perder las esperanzas tratas de recordar los lugares menos concurridos de tu ciudad, aquellos a los que nadie se atrevería a ir incluso en un momento como este. Puede que los descampados en las afueras de la ciudad sean un lugar bueno para empezar. Pero allí no hay ni nadie. ¿Por qué dirigirse hasta allí?

Sin tener más opciones, decides hacer eso, desplazarte hasta los descampados. A lo mejor alguien ha tenido la misma idea que tú y eres capaz de sobrevivir, pero por ahora hay que actuar.

Caminando de puntillas atraviesas el salón de la casa. En él yacen los cuerpos de tus padres, muertos durante el ataque provocado por esas bestias.
Al llegar al recibidor encuentras las llaves del coche de tus padres sobre una pequeña mesita. ¿Cómo demonios no se te había ocurrido antes?

Evitando hacer ruido las coges, y abandonas la casa sin tan siquiera haber generado un leve susurro. Entras en el vehículo y tras encender el motor abandonas el barrio en el que has vivido durante todos estos años, dejando atrás recuerdos, familia y esperanzas.


Punto 6:

Abres la puerta, decido a abandonar tu casa cuanto antes, pero te topas con una de esas espeluznantes criaturas, que nada más verte se abalanza sobre ti.

Intentas zafarte de la bestia, en vano, pues sus chillidos han avisado a otras de sus compañeras. A estas alturas no hay nada que puedas hacer.

Has muerto.


Punto 7:

Nunca has sido una persona muy paciente, pero a estas alturas no hay mucho que se pueda hacer. Esperas en silencio, sintiendo cómo las horas pasan, y finalmente tomas la decisión de abandonar la vivienda.

Te encaminas con paso decidido hacia la puerta, intentando esconder la inseguridad que sientes tras una capa de valentía.

Con cuidado abres la puerta, y la oscuridad te impide ver nada más allá de tu posición. Apagas la luz del sótano para evitar llamar la atención y abandonas el lugar en silencio, ya que por suerte recuerdas con exactitud dónde se encuentra cada objeto y habitación.

Sin embargo, en un momento dado chocas con algo, y al agacharte para examinarlo dejas escapar un grito: se trata del cuerpo de tu padre, muerto en el ataque provocado por las bestias.

Un chillido se escucha a tus espaldas, y sin pensarlo dos veces comienzas a correr a toda velocidad hacia la puerta del recibidor.

A duras penas, y con esas malditas criaturas golpeando la puerta de la entrada abandonas tu casa, dejando atrás toda una vida cargada de recuerdos, malos y buenos, pero al fin y al cabo, son tus recuerdos.


Punto 8:
No te lo piensas y abandonas la casa huyendo a toda velocidad. Durante la huida te parece haber visto los cuerpos de tus padres en el salón, pero ya nada de eso importa, están muertos, al igual que tu vida anterior y tus recuerdos.


Punto 9:

Aún pensando en tus padres, comienzas a bajar los escalones. Sintiendo miedo y confusión. ¿Por qué ha sucedido todo esto? ¿Por qué te ha tenido que pasar a ti?

Sin tan siquiera prestar atención a los escalones, te tropiezas y caes de cabeza sobre el suelo de cemento. Pierdes el conocimiento, y segundos más tarde, la vida también.

Has muerto, y de una manera muy estúpida.